miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sobre perder a un amigo

Es siempre algo triste. La realidad es que los humanos somos propensos a dejar fluir sentimientos hacia nuestros semejantes, y sensibles ante sus reacciones. Tanto más sensibles cuanto mayor es nuestro afecto.

Hay, bajo mi punto de vista, dos maneras de perder a un amigo; porque las circunstancias lo separen de ti, o porque deje de serlo.

Lo segundo me ha ocurrido pocas veces en la vida, tal vez sólo una, y cabe preguntarse si se trataba de amistad realmente, o si era otra cosa lo que acercaba aquella persona a mí.

El otro caso, perder de vista a un amigo porque se va, hace nuevas amistades, tienes nuevas preferencias o cualquier otro motivo es algo a lo que tendré que enfrentarme.
Me asusta pensar que sólo volveré a verle ocasionalmente, que ya no será mi binomio, que ya no seremos esa especie de Martes y Trece o Cruz y Raya que somos.

Me ha hecho reír tanto, se ha reído tanto de mis paridas, hemos pasado cada locura de día que no puedo imaginarme aquel en él que no esté , que otro usurpe su "silla".

Obviamente yo no lo perderé como amigo, pero eso no es un gran consuelo, porque no podré estar con él, de la misma manera que un ser querido fallece y se le sigue recordando... pero se le ha perdido.

Ha llegado a preocuparme la forma en que quizas le diga adiós, pues hay dos cosas que nunca he sabido contener con habilidad; la risa y el llanto.

Esta entrada podría perfectamente catalogarse como “mariconada”, pero esto es, al fin y al cabo, un blog, un diario personal, o sea, una mariconada. Y no, no es una expresión despectiva ni homófoba.